Las elecciones petroleras rebasan a la Secretaría de Trabajo

Las elecciones petroleras rebasan a la Secretaría de Trabajo

Por Oscar Alzaga*

Todos los medios de información dan cuenta del fracaso de la elección petrolera en las 36 secciones del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM), las que fueron preparadas desde hace 2 años, cuando obligaron a Romero Deschamps a renunciar. Hace un año ya estaba lista la elección, según la Secretara del Trabajo y Previsión Social (STPS) y así lo dijo por escrito, queriendo precipitarla. De 100 quejas del día 16 de noviembre, para el 23 subieron a más de 450, más los amparos, contra los actos ilegales de la dirección sindical petrolera.

De 89 mil miembros del STPRM, 36 mil votaron, de un tercio de las secciones, pero prevalece la poca credibilidad de los petroleros en su desprestigiada dirección sindical.

Es fama pública la deshonestidad y el grado de corrupción de esa dirección, a nadie sorprende que vuelvan a cometer actos de fraude, pues solo así pueden ganar; lo sabe la STPS pero promete que solo después de la elección actuará la autoridad. ¿Por qué no antes exigir que se cumplan la Constitución, la Ley Federal del Trabajo (LFT) y los tratados internacionales? ¿Por qué alargar el resultado definitivo?

El estatuto que tanto tardaron los dirigentes en adecuarlo a la LFT de 2019, en realidad no lo cambiaron, en los “Lineamientos” que presumen como adecuados, los acuerdan en un pleno cupular, a espaldas a la mayoría de los miembros del STPRM y sin apegarse a la LFT, tanto para acordarlos como adecuarlos. Cualquiera que lea los “Lineamientos”, sin ser experto, advierte que no se apegan a la LFT. Lo que no entendemos es por qué la STPS otorgó la toma de nota o aprobación del Estatuto, siendo éste ni más ni menos que la ley interna del sindicato.

Como se advierte la falla es de origen, desde el Estatuto aprobado por la STPS, igual resulta el padrón de socios, base de la elección, que no fue aprobado por los trabajadores solo por la dirección sindical. Ahora también participa el Centro Federal de Conciliación y Registro Laboral (CFCRL), pero solo para recibir las quejas de la elección y después emitir su resolución. Ambas instituciones, STPS y CFCRL, no actúan previamente exigiendo que el proceso electoral otorgue garantías y bases de “certeza, independencia, legalidad, imparcialidad, confiabilidad, eficacia, objetividad, profesionalismo, transparencia y publicidad”, como lo señala la fracción XX del artículo 123 Constitucional y la LFT de 2019.

Otro error de la STPS: llevar diferentes métodos de votación en dos elecciones que de fondo son iguales: la de las 36 secciones y la del secretario general, ya que en ambas votan los mismos trabajadores, en sus mismos lugares de trabajo, a través del voto libre, secreto directo y personal (presencial), pero con distinto método, la segunda votación no será directa y personal (presencial), sino a través del voto electrónico y a distancia, pero sin justificación alguna para que sea distinta y de paso no se cumplan las normas. En la segunda votación se deja el resultado para que lo maneje a su antojo la dirección sindical del STPRM y lo supervisen la STPS y el CFCRL. ¿Y los trabajadores?

Se deben hacer con el mismo método las dos elecciones, pero limpias y apegadas a las normas legales. Y, sobre todo, primero la del secretario general, por ser más antigua y más importante, y después la elección de las 36 secciones. Ya que nada justifica que sea al revés, como quieren la directiva sindical y la STPS.

Entre las quejas de los trabajadores más frecuentes están: 1. Que las boletas de votación no son confiables, ni iguales de una sección a otra, 2. Que al comité electoral lo controla el comité ejecutivo nacional y el respectivo comité seccional, 3. Que algunas secciones no tienen padrón de socios confiables, son distintas de una sección a otra, 4. Que las reglas del comité de vigilancia electoral no se han dado a conocer, solo las tienen el Comité Ejecutivo Nacional y la STPS, no así la base trabajadora. 5. Que se hacen amenazas veladas a los trabajadores para que voten por los candidatos de la directiva nacional y seccional, 6. Se permite que empleados de confianza estén viendo y hablen en la elección, 7. No hay supervisión estricta de la STPS, entre otros aspectos.

(Información de los petroleros democráticos)

Con todas estas irregularidades: ¿Qué bases se quieren establecer y fijar para las próximas elecciones, como la del SUTERM?

La alternativa ante tantas irregularidades e ilegalidades es que se cumpla la ley de modo estricto, desde la modificación del Estatuto hasta la participación democrática de la oposición, en igualdad con los líderes actuales, no en desventaja.

No se debe confundir la autonomía y liberta sindical, con el libertinaje y los abusos tradicionales de un sindicalismo archiconocido que no es independiente, libre ni democrático, acostumbrado a las prácticas del soborno y corrupción, junto con las amenazas y uso de violencia.

La autoridad no puede ser pasiva en la aplicación de la Ley y la Justicia, menos repetir en una segunda elección, sin corregir las fallas y actos ilegales de la primera. Puede pecar de inexperta, pero no ser pasiva, por ser autoridad.

La recuperación de Pemex, propuesta por AMLO, no será viable ni de larga duración si hay una dirección sindical corrupta y dependiente de los intereses personales de sus dirigentes, desvinculados de la base trabajadora y desleal con la Nación. La recuperación de Pemex exige un sindicato independiente, soberano y que ejerza la democracia y la libertad sindical.

Recordemos el papel histórico que realizó el Sindicato Petrolero de 1933 a 1949, cuando escribió varias páginas brillantes de la Historia del Movimiento Obrero, con las huelgas de 1933 y 34; con la creación de un solo sindicato en 1935 —dejando atrás la división de 19 sindicatitos—; en 1936 exigió la firma de un solo contrato colectivo de trabajo, fortaleciendo la unidad sindical; en 1937 emplazó a huelga y a los pocos días el general Cárdenas les pidió levantarla para no afectar al pueblo y el desarrollo de la economía; el sindicato planteo un conflicto de naturaleza económica que abrió las finanzas de las poderosas empresas Standard Oil (gringa) y la Royal Dutch (inglesa-holandesa), con un cuadro comparativo que se dio a conocer a todo el mundo: entre las ganancias y salarios de México con Estados Unidos, Gran Bretaña y Holanda. En 1938 ante la negativa de los empresarios a acatar la resolución de la Suprema Corte a favor de los trabajadores, el 18 de marzo el presidente Cárdenas decretó la expropiación de la Industria Petrolera.

Los empresarios extranjeros dijeron a todos los medios que México no podría echar andar la industria, ya ellos tenían a los técnicos y directivos de las empresas (y guardias blancas) todos extranjeros, y fueron los obreros mexicanos del STPRM, aquel, quienes pondrían en marcha la industria expropiada y nacionalizada. Sería hasta que Miguel Alemán diera dos charrazos con el uso del ejército y las autoridades corruptas, en 1946 y 1949, contra el sindicato independiente y democrático de Pemex, cuando acabaría la libertad sindical en ese valiente gremio.

La Royal Dutch y la Standard Oil en 1938 eran las empresas más poderosas del mundo, tanto por su valor económico como por el político y militar, casi al empezar la Segunda Guerra Mundial. Por eso muchos conocen esa hazaña como la Segunda Independencia de México. Nunca fue un conflicto más, fue el más importante después de la Revolución y la Constitución, las bases de la expropiación.

*Abogado del Sindicato Minero y la Confederación Internacional de Trabajadores (CIT), miembro de la Asociación Nacional de Abogados Democráticos (ANAD), la Asociación Latinoamericana de Abogados Laboralistas (ALAL), y la Asociación Internacional de Juristas Democráticos (AIJD).

Imagen: agencias

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