Aunque el presidente asegura que se siente “satisfecho” con lo que ha logrado en la primera mitad de su gobierno, lo cierto es que la administración del político tabasqueño está sumido en un fuerte trance que el mandatario intenta solucionar con movimientos en el interior de su gabinete
Este 1 de septiembre, el presidente Andrés Manuel López Obrador, rinde su Tercer Informe de Gobierno, por lo que -oficialmente- inicia la segunda mitad de su administración.
López Obrador se acerca a su tercer año como mandatario en medio de varias crisis: la del COVID-19 que ha profundizado la grave problemática de salud, la económica (también catapultada por el mal manejo de la pandemia) y la política, en la que las renuncias y cambios en el gabinete han estado a la orden del día.
El más reciente de estos enroques políticos ocurrió en la Secretaría de Gobernación (Segob), en donde la titular de esa dependencia, Olga Sánchez Cordero, dejó el cargo para irse al Senado de la República, cediendo el puesto a Adán Augusto López, quien hasta el pasado jueves 26 de agosto era el gobernador de Tabasco, tierra natal de López Obrador.
El cambio ha sido visto como un movimiento estratégico por parte del presidente, quien en esta última etapa de su gobierno busca allegarse de incondicionales que le allanen el camino rumbo al segundo periodo de su mandato, dejando de lado la eficacia que necesita tener un secretario de Estado.
Pese a las diversas problemáticas que afectan al país, Andrés Manuel López Obrador aseguró que tiene su “conciencia tranquila” y se dijo satisfecho con lo que ha logrado en estos casi tres años de gobierno.
“Estoy satisfecho con lo que hemos logrado, porque aún con la pandemia que ha causado mucho dolor y tristeza, que fue muy impactante porque se cayó la economía del país, el crecimiento económico en 8.5% (menos), aún con esta situación muy difícil de remontar, no solo estamos saliendo adelante, todos los indicadores económicos expresan de que estamos en franca recuperación de la economía”, señaló en su tradicional conferencia matutina del lunes 31 de agosto.
“¿Cómo veo el tramo que falta? Estoy satisfecho con lo que hemos grado, estoy tranquilo con mi consciencia porque hay cosas que son irreversibles, para no ser tan tajantes, casi irreversibles”, enfatizó al referirse a los programas sociales que fueron elevados a rango constitucional.
El presidente dio a conocer que su Tercer Informe de Gobierno se realizará en el Salón Juárez de Palacio Nacional este miércoles a las 10:00 de la mañana, por lo que su conferencia matutina será suspendida.
A la mitad del camino: un tercer año de gobierno lleno de claroscuros políticos
La Secretaría de Gobernación (Segob) es la encargada de atender la vida interna del país, por lo que coadyuva en la conducción de las relaciones del Poder Ejecutivo Federal con los otros poderes de la Unión y los demás niveles de gobierno. Por ello, su titular es, en esencia, la persona más poderosa después del presidente de la República.
La llegada de Olga Sánchez Cordero a esta cartera fue vista como un parteaguas en la vida política del país, ya que se trataba de la primera mujer al frente de la Secretaría más importante en la vida política del país.
A lo largo de su carrera profesional, Sánchez Cordero ha roto con todos los paradigmas: fue la primera mujer notaria en el país, durante su carrera como Ministra de la Suprema Corte de Justicia (SCJN) estableció una agenda de avanzada al formar parte del ala liberal, por lo que su llegada a la Segob causó muchas expectativas, pero también críticas por haber desarrollado su trayectoria ligada al priismo.
Pese a que en sus tiempos como Ministra de la Suprema Corte defendió y promovió temas importantes como la despenalización del aborto y de defensa de los derechos femeninos; ya como secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero no avanzó en la agenda que había promovido y tampoco logró establecer un diálogo eficaz con los gobernadores de oposición, para allanarle el camino a López Obrador.
Poco a poco, la titular de Gobernación fue convirtiéndose en una espectadora de la política nacional, por lo que desde hacía meses, se rumoraba su salida del Palacio de Cobián, enclavado en la avenida Bucareli.
Sin embargo, la propia Sánchez Cordero desmintió los rumores en numerosas ocasiones, pero este 26 de agosto se hizo el anuncio oficial de su salida del gabinete federal. Según lo dicho por el propio López Obrador, ella misma le pidió regresar a su curul en el Senado. Pero el lenguaje corporal de quien había sido la primera secretaria de Gobernación, demostraba que su salida de la Segob no era como lo marcaba el discurso oficial.
El nuevo titular de Gobernación, Adán Augusto López, es un hombre muy cercano a López Obrador, por lo que no en pocas ocasiones se le ha señalado como un “incondicional” del inquilino de Palacio Nacional.
Además de encargarse de todos los asuntos públicos políticos y de fortalecer el proceso de Transformación de la 4T, López Hernández, de 57 años de edad, también deberá de atender las iniciativas de reforma que impulsa el Ejecutivo federal como el fortalecimiento de Petróleos Mexicanos y la Comisión Federal de Electricidad; el reforzamiento de la democracia para “acabar con los fraudes” así como la modificación del sistema electoral; además de que la Guardia Nacional pase a ser parte de la Secretaría de la Defensa Nacional con la finalidad de que no quede suelta y fracase.
Pero los mismos encargos tiene Olga Sánchez Cordero, en su calidad de presidenta de la Mesa Directiva del Senado.
Y es que desde la Cámara Alta, Sánchez Cordero tiene la encomienda de seguir operando a favor de la Cuarta Transformación, en momentos en que el partido del presidente, el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) dejó de tener el control absoluto de San Lázaro y del Senado, por lo que las negociaciones con la oposición serán determinantes para sacar adelante las reformas pendientes del Ejecutivo federal.
Por lo pronto, Andrés Manuel López Obrador alista la realización de la Revocación de Mandato, con la que -a decir de la oposición-, el gobierno federal busca una ratificación de su gobierno y no la posibilidad de que el presidente pueda ser destituido como resultado de una mala administración, de abusos de poder o incumplimiento grave de responsabilidades.
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Es por eso que a decir de especialistas, el procedimiento de revocación de mandato solo debe llevarse a cabo cuando se presenten condiciones graves que justifiquen consultar a la ciudadanía si el presidente en turno debe o no continuar en el poder.
Y es que, de convertirse en un ejercicio ordinario, se corre el riesgo de que un menor número de personas decida terminar con un mandato presidencial que fue electo por una mayoría de ciudadanos, por lo que el sistema de elección directa perdería el sentido.
Aunque en apariencia, existe un riesgo de que el presidente sea destituido, Andrés Manuel López Obrador confía en su arrolladora aprobación, que a pesar de los múltiples fallos de la actual administración, sigue siendo muy alta.
De acuerdo con diversas encuestas, la aprobación del gobierno del político tabasqueño ronda el 60%, aunque hay excepciones como el de la encuesta Parametría, que el pasado 26 de agosto realizó un sondeo cara a cara, en el que el 73% de los encuestados aprobó la gestión de López Obrador.
Y es que estos resultados contrastan enormemente cuando los ciudadanos son consultados sobre su percepción sobre la economía o la seguridad pública, rubros en los que las autoridades suelen tener notas negativas.
Por lo pronto, Andrés Manuel López Obrador rendirá su Tercer Informe de Gobierno de manera oficial, aunque en los hechos es el décimo que pronuncia a lo largo de dos años y nueve meses que lleva su administración.
Por Claudia Ramírez